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Christian PérezCreador de contenidos especializado en nutrición, lifestyle y saludLaura VillanuevaDietista y nutricionista
Creado: 06.10.2023 | 15:18
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Posiblemente no haya nada más maravilloso que una tostada de pan integral, bajo en sal, untado con alguna mermeladao confitura casera. Bueno, sí, sustituir la mermelada por aceite de oliva virgen extra. O algo aún mejor: disfrutar de ambas opciones en un maravilloso y exquisito desayuno, acompañado de una deliciosa taza de café recién hecho (sin azúcar).
Pero el sueño de preparar un plato así puede verse rápidamente arruinado al abrir el envase de nuestra mermelada favorita y descubrir que se encuentra en mal estado, posiblemente porque ha pasado meses -o años- guardada en un estante de la nevera, olvidada cual periódico viejo.
Aunque es cierto que tiende a ser difícil que una mermelada, confitura o conserva se estropee (no solo por su elevado contenido en azúcar, sino porque suele ser común utilizar algún conservante natural durante el proceso de elaboración), en ocasiones sucede. Y, lo que es aún peor, suele ocurrir en los momentos más inoportunos: una mañana de domingo, cuando el supermercado está cerrado y nos acabamos quedando con las ganas; o por la noche, cuando ya estamos duchados y en pijama, y lo menos que se nos apetece es salir a comprar una nueva…
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Sea como fuere, a no ser que se trate de una preparación elaborada en casa, si observas el etiquetado de la mermelada o confitura que acabas de comprar -o la tapa-, posiblemente encuentres una fecha. Efectivamente, tanto las mermeladas como las confituras vienen con una fecha de consumo preferente. Como ocurre con la mayoría de los alimentos, esta fecha es solo una aproximación, por lo que un frasco sin abrir puede durar mucho más tiempo.
De acuerdo a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la conocida como fecha de consumo preferente se aplica principalmente a productos que son mucho más duraderos, y que además tienden a ser más estables.
¿Y por qué, entonces, no cuentan con una fecha de caducidad? Recordando sus diferencias, mientras que la fecha de consumo preferente es una fecha establecida por el fabricante para indicar que si se consume dentro de ese período de tiempo el alimento o producto mantendrá todas sus propiedades organolépticas intactas, la fecha de caducidad sí implica que, consumido a partir de pasada esa fecha, éste podría causar daños en la salud.
El motivo por el que las mermeladas, confituras y conservas que compramos en el supermercado no poseen una fecha de caducidad, y sí de consumo preferente, es principalmente porque no caducan. Es decir, pasada la fecha de consumo preferente, aún podrían ser consumidas sin que supongan un problema para la salud al no existir riesgo microbiológico, aunque esto no significa que continúen manteniendo sus cualidades organolépticas (sabor, textura y aroma). A no ser que, claro está, observemos al abrirla que se encuentran en mal estado, o que ha comenzado a crecer moho en su parte superior, en cuyo caso habrá que desechar el frasco de inmediato.
Y el principal “culpable” de ello es la presencia de azúcaren cantidades bastante elevadas, el cual actúa como un conservante natural. Es decir, su elevado contenido en azúcar impide que los patógenos puedan crecer y sobrevivir con normalidad en este ambiente.
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No obstante, esto no exime que no sea imprescindible mantener unas condiciones de almacenamiento y conservación adecuadas, sobre todo si deseamos asegurarnos de que, al momento de consumirlas, tengan el sabor que esperamos que tengan.
Cómo conservar las mermeladas y confituras correctamente en casa
Las mermeladas y confituras que compramos en el supermercado deben ser almacenadas en la despensa hasta el momento de su consumo, en un lugar fresco y seco, alejado tanto de las altas temperaturas como de la luz solar. Es decir, de primeras, la conservación en la nevera no es necesaria.
Eso sí, una vez abierta lo más recomendable es conservarla en la nevera, manteniéndola debidamente refrigerada, y cerrada, siempre que no vaya a ser inmediatamente consumida.
Incluso después de que la mermelada o la confitura se haya abierto y se haya mantenido debidamente refrigerada durante un año, es posible que se produzcan algunos cambios en el sabor, el color o la textura, pero aún debe consumirse de forma segura durante un tiempo. No obstante, como te comentábamos en un apartado anterior, si surge un olor o una apariencia extraña, o si aparece moho, lo más adecuado es desecharla y dejar de consumirla.
En cualquier caso, por lo general, una vez abierta, una mermelada o confitura refrigerada puede durar perfectamente entre 2-3 meses. Mientras que, si se trata de una mermelada o confitura baja en azúcar, o sin azúcar, el período disminuye un poco. Sin abrir, pueden conservarse bien entre 9-12 meses.
En el caso de que se trate de una mermelada casera, cuando no se ha abierto el consenso general es que pueden ser almacenadas fácilmente durante al menos un año. No obstante, si se ha abierto, un mes en la nevera es una estimación bastante segura de conservación.