Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII : Antonio de Bastidas [y] Juan Bautista Aguirre (2024)


Antonio de Bastidas


Juan Bautista Aguirre


Aurelio Espinosa Pólit (editorliterario)

Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII : Antonio de Bastidas [y] Juan Bautista Aguirre (4)

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Advertencia

El títulode este libro: Los dos primeros poetas colonialesecuatorianos, debe entenderse dando al calificativoprimeros dos sentidos diferentes. Primero esBastidas en la serie cronológica de poetas, yprimero es Aguirre en el valor estético. Bastidasencabeza la lucida teoría de poetas nacidos en tierraecuatoriana, y Aguirre conquista para nuestra patria un puesto dehonor en la po<divesía americana de la épocacolonial. Ambos, religiosos de la Compañía deJesús; ambos, educados en Quito, pero oriundos de la Costa;ambos, índices de nuestra cultura, el uno en el siglo XVII yel otro en el XVIII, dignos son de figurar juntos, como iniciadoresy piedras miliarias de nuestra Literatura, en esta BibliotecaMínima Ecuatoriana.

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Padre Antonio Bastidas, S. I.

(1615-1681)


Aurelio Espinosa Pólit, S. I.

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[Estudio]


I.- Su nacionalidad

Todas lasHistorias de la Literatura Ecuatoriana hasta el presente hanconsiderado como el poeta más antiguo nacido en el suelopatrio al maestro Jacinto de Evia, a cuyo nombre salió a luzen Madrid, al apuntar el último cuarto del siglo XVII, unlibro en 8.º mayor con el siguiente título:Ramillete de varias flores recogidas y cultivadas en losprimeros abriles de sus años por el Maestro Xacinto de Evia,natural de Guayaquil. En Madrid. En la imprenta de Nicolásde Xamares, mercader de libros, año de16751.

Pero basta leer laprimera frase del prólogo «A la juventudestudiosa», para venir en conocimiento de -20- que, más que autor, es Evia editor de lasPoesías del padre Antonio Bastidas, su «Maestro de Mayores y Retórica», en elSeminario de San Luis, poesías a las queañadió, como para acompañarlas, las suyaspropias, junto con algunas de un tercer poeta, el doctor HernandoDomínguez Camargo.

No se ha dadoimportancia entre nosotros a estos dos autores, por juzgarlosextranjeros: Domínguez Camargo, natural de Santa Fe deBogotá, y Bastidas, según asevera en suAntología de poetas hispanoamericanosMenéndez y Pelayo, sevillano2.

Esto últimoera un error. De escasa importancia para lectores españoles,este error resulta importantísimo para nosotros, pues deél depende la primacía de tiempo de Bastidas en lapoesía ecuatoriana.

¿Dedónde había sacado aquella procedencia andaluzaMenéndez y Pelayo, siempre tan bien documentado?¿Cómo le constaba que fuese Bastidas sevillano? No lodice él, ni nadie lo ha sabido jamás. Pero fiados enla autoridad que confería al Maestro su pasmosa yordinariamente segurísima erudición, todos lo hanrepetido en pos de él. Don Pablo Herrera y don JuanLeón Mera que escribieron antes de Menéndez y Pelayo,nada supieron ni dijeron de la nacionalidad de Bastidas. Los queescribieron después de él, copiaron el datodócilmente: el padre Francisco Vásconez en suHistoria de la literatura ecuatoriana, 19193,don Isaac J. Barrera en las tres primeras ediciones de suLiteratura ecuatoriana, 1924, 1926 y 19394,y todavía lo repiten en 1941 el padre José M.Vargas5y en 1946 Jesús Vaquero Dávila6.

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Pero hacíatiempo que había surgido en mí la primera duda, alhallar en el Libro del Noviciado de la Provincia Quitense el nombredel novicio Ant. de Bastidas. En el folio 81 vuelto, seleía: «El Hº Antoº deBastidas examinado a 22 de mayo de 1632 después de haverleydos los examines, Bulas y Constituciones de la Compa. de Jhsdixo ser cõteto de passar en todo lo que en ellas secõtiene. 2da. vez examinado respõdio lo mismo. 3a.vez examinado respõdio lo mismo. 4a. vez examinadorespõdio lo mismo. 5a. vez examinado respõdio lomismo»7.No había duda, Antonio de Bastidas había hechoíntegramente sus dos años de noviciado en Quito. Pero¿no podía ser un caso como el que se dio diezaños después, en 1642, en la entrada al noviciado delos dos hermanos, Tomás y Lucas Majano, más tardeheroicos misioneros del Marañón, europeo el uno,americano el otro? Tomás era español; habíanacido en La Mancha y «muy niño sehabía trasladado con sus padres a las Indias,estableciéndose en Guayaquil. De edad competente, vino aestudiar al Colegio de San Luis de Quito con su hermano menorLucas, que ingresó como él en laCompañía»8.Pero Lucas ya era guayaquileño de nacimiento. ¿Nopodía ser Antonio Bastidas un sevillano que hubiese venidode niño con sus padres a las tierras de Quito?

Consulté lagran obra bibliográfica de los padres José Eugenio deUriarte y Mariano Lecina, S. I., Biblioteca de escritores de laCompañía de Jesús pertenecientes a la antiguaAsistencia de España desde sus orígenes hasta elaño de 1773, y no sin sorpresa hallé lasiguiente ficha de Bastidas: «BastidasAntonio.- Nació en Guayaquil (Ecuador) hacia el año1615; entró en la Provincia de Quito el 14 de mayo de 1632,e hizo la profesión de cuatro votos el 25 de agosto de 1654.Después de haber enseñado humanidades, se -22- dedicó a los ministerios sagrados, especialmente a lapredicación con los españoles. Murió en SantaFe del Nuevo Reino de Granada el 1o. de diciembre de1681»9.

Pero era precisoaquilatar y asegurar tan halagüeña noticia. Consultadoel célebre americanista padre Constantino Bayle, residenteen Madrid, sólo contestó: «Nohay modo de averiguar acá la naturaleza de Bastidas: elArchivo de la Provincia no tiene datos sobre él. Acaso losCatálogos de Roma. Entre tanto y a falta de otras fuentes,fíese usted de Lecina-Uriarte, que son de fiar».

Estaban porentonces compilando su Antología de poetasecuatorianos Augusto Arias y Antonio Montalvo. Lescomuniqué el feliz hallazgo, y por primera vez figuróAntonio Bastidas como poeta ecuatoriano en una antologíanuestra10.Arias apuntó el dato nuevo en la 2.ª edición desu Panorama de la literatura ecuatoriana11,y don Isaac J. Barrera, atento a los más pequeñosmovimientos de la crítica y de la historia nacionales,anotó en la edición de 1944 de su Historia de laliteratura ecuatoriana: «Investigaciones últimas parecen dar lasprobabilidades de que el Padre Bastidas es ecuatoriano, a pesar dehaber afirmado Menéndez y Pelayo que era deSevilla»12.En la edición de 1953, modifica ya en la nota citada eltérmino «probabilidades» por el de«seguridad».

A esta seguridadpude llegar consultando, en el Archivo General de laCompañía de Jesús en Roma, los datoscorrespondientes al Colegio de Cuenca en el Catalogo Trienal de laProvincia del Nuevo Reino y Quito del año 1642, datos que,traducidos del latín, dicen: «P.Antonio Bastidas. Guayaquileño de la diócesis -23- de Quito en las Indias. 27 años. Salud entera. 10años de Compañía. Estudios: 3 años deFilosofía y 4 de Teología. Enseñagramática. No tiene títulos académicos nigrado de la Compañía»13.

Completóestos datos el padre archivero, José Teschitel, S. I.,consultando todos los catálogos de la Provincia del NuevoReino y Quito entre los años 1610 y 1687, hasta formar elcurriculumvitae íntegro, que es el siguiente, con elcomprobante exacto de cada entrada:

Hacia 1615 nace enGuayaquil, diócesis de Quito en las Indias. 1632, 14 demayo, entra en la Compañía en Quito. 1642,después de tres años de Filosofía y cuatro deTeología, sacerdote ya, enseña Gramática en elColegio de Cuenca.

Desde entonces seocupa en la enseñanza y en la predicación, primero enel territorio de la Audiencia de Quito (1642 a 1668), los diezaños siguientes en Popayán (1668 a 1678), yfinalmente en Santa Fe de Bogotá, donde fallece el 1.ºde diciembre de 1681.

Estas referenciasdecisivas obtuve del padre Teschitel el 20 de octubre de 1947.Cinco meses antes, en carta de 23 de mayo, me había mandadode Guayaquil don Pedro Robles y Chambers otros datos, que, si noresolvían todavía de raíz el problema de lanacionalidad del padre Bastidas, daban calor humano a su figura,poniéndonos en contacto con su familia, establecida enGuayaquil cuando menos desde principios del siglo XVII.

He leído-dice- con detenimiento su pregunta sobre el jesuita AntonioBastidas, y es muy honroso para mí tomar parte en un asuntode tanta trascendencia histórica.

El referido Padrefue tío de los hermanos Bastidas y Carranza, todosguayaquileños. Muy sensible -24- es para nosotros la falta del antiguo archivo de SantoDomingo que desapareció en los incendios que nos azotaron,salvándose tan solamente el de la Catedral, que principia en1695. De manera que descartamos la posibilidad de encontrar supartida bautismal.

Pero si usted creeque es suficiente argumentación el que hubiese existidoaquí la familia Bastidas, le manifestaré que el padreAntonio de Bastidas vivía en Guayaquil el 28 de mayo de1649, en que firma como testigo una escritura de capellaníade su sobrino el maestro Jacinto de Bastidas yCarranza14.

Este últimootorgó su testamento aquí, el 2 de enero de 1668. Enél se da por «hijo legítimo deJacinto de Bastidas, Escribano Público que fue delNúmero de esta ciudad y de doña María deCarranza, ya difuntos», e incluye la siguientecláusula: «Ítem mando se ledé al Padre Antonio de Bastidas, de laCompañía de Jesús, mi tío, cienpesos».

Como se ve eljesuita debe ser hermano del escribano Jacinto. Por lodemás, «desde 1600 se hallabaestablecido aquí el escribano público don MiguelJerónimo de Bastidas, tal vez padre del Escribano Jacinto ydel Padre Antonio».

Cita luego donPedro Robles y Chambers a una sobrina del Padre, doñaMariana Álvarez de Bastidas, hija de Gaspar Álvarez,y de doña Jerónima de Bastidas; a una hermana suya,doña Lorenza de San Basilio, priora del convento de SantaClara de Quito, tía del presbítero Jacinto; a unahermana de éste, doña Leonor de Carranza y Bastidas,que tomó el hábito de religiosa en el convento deSanta Catalina de Quito; y a otro sobrino del Padre, donNicolás de Bastidas y Carranza, todos oriundos deGuayaquil.

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Del conjunto deestos datos surge clara y definida la figura del padre AntonioBastidas, guayaquileño de nacimiento, con larga, honorable ypiadosa familia en la ciudad. Admitido en la Compañíade Jesús a los 17 años, vivió en ella casimedio siglo, ocupado perpetuamente en dos ministerios, laenseñanza de letras humanas (que esto se entendíaentonces por gramática) y la predicación. Un tiempoenseñó también Teología Moral. Nacido yformado en el Ecuador, pasó los 13 ó 14últimos años de vida en Colombia, dondefalleció. Las ciudades que gozaron de las labores docentes yapostólicas del padre Antonio Bastidas fueron Quito, Cuencay Popayán. Sus restos mortales deben descansar enBogotá.

Asegurada conrigor histórico la ecuatorianidad de Bastidas, quedaevidenciado que a él corresponde la primacía quehasta ahora se había concedido a Evia. Pues aunque elRamillete de 1675 lleva como nombre de autor el delMaestro Xacinto de Evia, en este libro, aun materialmente, mayorque el aporte de Evia, es el del padre Antonio Bastidas, cuyascomposiciones necesariamente deben ser anteriores a las de sudiscípulo Evia. Éste nunca le nombra sino por elrespetuoso apelativo de «mi Maestro»,y expresamente declara, como veremos, que «el principal motivo de dar a luz las Florespoéticas del ramillete (fue) redimir esos poemas de suMaestro de las sombras del olvido». Si por «primer poeta ecuatoriano de la Colonia» seentiende, no el primer autor de quien se conserven algunos versos(que sería el padre Alonso de Peñafiel), sino elprimero que haya dejado una obra poética impresa que ofrezcasuficientes elementos de juicio, este primer poeta es el padreAntonio Bastidas de la Compañía de Jesús.

Esto es lo quepuede afirmarse ya con absoluta certeza, mientras no aparezcannuevas fuentes, ahora desconocidas, de documentación.

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II.- El ramillete

El títulomismo del libro es significativo: Ramillete de varias florespoéticas, recogidas y cultivadas en los primeros abriles desus años. «Recogidas» ya insinúa lamezcla de composiciones propias y ajenas. Evia, por lodemás, está tan lejos de la menor intención deengañar a nadie, que desde las primeras líneas delprólogo «A la juventud estudiosa», con la mayorclaridad por dos veces especifica lo que en su libro corresponde alpadre Bastidas: «Ofrezco -dice- a lajuventud este Ramillete de varias flores poéticas, algunascultivadas de mi ingenio, y otras que tenía recogidas delMuy Reverendo Padre Antonio Bastidas, de la sapientísima ynobilísima religión de la Compañía deJesús, el tiempo que fue mi Maestro de Mayores yRetórica. Califícolas con tan ilustreepígrafe, no porque juzgue que sean de tal aseo yaliño que, por lo vistoso y galante de los poemas, le venganacido -28- lo florido y honroso de este título, cuanto por habersido los primeros partos en que desabrocharon los abriles tiernosde mis años y la amena primavera de la edad de mimaestro».

Como,además de los versos propios y de los de Bastidas, incluyeEvia una sección atribuida a Hernando Domínguez deCamargo, añade: «LlámoleRamillete por los varios y diversos asuntos y argumentos que recojoen este volumen de los jardines de tres floridos ingenios que enél propongo».

Y termina elPrólogo con una última declaración terminante:«He tomado este trabajo por ofrecer a laflorida juventud los versos que pude recoger de mi Maestro, siendosu discípulo, y otros pocos que adquirídespués que salí de su escuela, por darle este brevehonor y gloria, y pagarle, siquiera esta vez reconocido, lo quedebí tantas veces a su doctrina».

Empieza la obracon la sección de Flores fúnebres. Elexordio de esta parte, después de explicar con gravesconceptos la conveniencia de esta prioridad, termina con lasiguiente declaración: «Y porque estePoético Ramillete tenga la dichosa estrena que deseo, teadvierto que estas primeras flores, con la traducción de laRosa, son todas de mi Maestro, porque, ya que él meenseñó erudito, quiero que acredite con estosfunestos lilios y delicadas rosas de su ingenio, las quedespués te ofrecerá el mío, que es gloria deldiscípulo honrarse con los aciertos del Maestro, y confesaringenuo los logros de su enseñanza». Esto significaque son del padre Bastidas las 50 composiciones, que ocupan laspáginas 8 a 61.

En lasección de Flores heroicas y líricas citaEvia primeramente 11 composiciones de Bastidas y las autenticaluego con la siguiente declaración de una trascendencia quea nadie puede escapar: «Como el principalmotivo de dar a luz las Flores poéticas de este Ramilletehaya sido redimir estos poemas de mi Maestro de las sombras delolvido, por eso he atendido más al logro de los queaquí te dedico suyos que de -29- los propios míos». A continuación van 8composiciones de Evia, las primeras que salen en el libro.

Al principio decada sección hace el reparto minuciosamente exacto. Alllegar a las Flores amorosas escribe: «Todas son mías las flores que en esteargumento del amor te ofrezco, y te puedo asegurar que máshan sido por divertir el ingenio y por dar gusto a algunos amigos,que por empeños propios». Nada pues allí es deBastidas, como tampoco en las Flores burlescas ysatíricas.

Las cienúltimas páginas del libro ocupa la Invectivaapologética, que está atribuida aDomínguez Camargo, así como una breve secciónanterior con 5 composiciones, con lo que se plantea un graveproblema de historia literaria todavía indeciso.

Pero el inventariodel Ramillete, hecho con la guía exclusiva de lasdeclaraciones expresas de Evia, arroja el siguiente resultado. Delas 406 páginas del libro, corresponden a Evia 119, aCamargo 109, a Bastidas 173, (a otros autores 9); y de las 180composiciones poéticas más o menos largas queintegran la obra, son de Camargo 5, de un jesuita innominado 7, deEvia 69, de Bastidas 99.

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III.- Bastidas poeta

Una vez que quedaestablecido que el título glorioso de primer poetaecuatoriano corresponde al padre Antonio Bastidas, tiene élderecho indiscutible a especial atención y estudio.

Hacetodavía poco tiempo, los prejuicios de la preceptivapseudoclásica y de la romántica apartaban los ojoscon desdén de las producciones poéticas del sigloXVII, dando a sus autores por «aventajadosdiscípulos de la escuela culterana» en la cual«todo era extraviarse, andar en tinieblas ydelirar siguiendo paso a paso la lamentable carrera deperdición de los poetas de lametrópoli»15.Ahora que las escuelas poéticas modernistas han revalidadolo que hay de plausible -32- y admirable, aun a vuelta de desviaciones e incongruencias,en la anhelante prosecución de la poesía pura quecaracteriza al gongorismo, ya ningún crítico juiciosopuede tratar de locuras las audacias líricas de los autoresque figuran en el Ramillete.

Pero es precisoconservar la serenidad en la apreciación estética yno ver más de lo que hay -peligro en que fácilmentecaen los que tratan de valorar un autor ignorado o preterido.

Hay, pues, queempezar confesando que no es Bastidas un poeta superior deinspiración y aliento propios, que revele una vidapoética interna y que aporte algún latido nuevo a lalírica universal. Es, en su época y en su escuela, unbuen artífice, versificador de ordinario impecable,fácil, suelto, ingenioso, adiestrado en las peculiaridadesdel habla y de la sintaxis gongorinas, capaz de adaptarse a losmás arbitrarios requerimientos de Rengifo.

Quien quiera verla frescura y gracia con que a veces se desliza por los diezescalones de la espinela, lea las dedicadas «A la flor de latemprana muerte del Príncipe Don Baltasar Carlos»,glosando la conocida cuarteta:


Admirad, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer Lis de Españafui,
hoy flor de ese cielo soy.

Con levedad deconsumado artista, la va comentando verso por verso:



En el jardínespañol
tan agraciada me hallaron,
que las flores me juraron
(astros del prado) por sol.
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Pero al primer arrebol
toda esa pompa perdí,
y así en aquello quefui
no admiréis lamajestad;
antes bien la brevedad
admirad, flores, enmí.

Ayer en botón vistosa
fui de todos aplaudida,
que aún me apuntaba lavida.
Mas ¡ay, quéacción tan ociosa!
pues la muerte en que hoyestoy
me acuerda cuán brevesoy,
en mí dejandoenseñanza
en que advierta la esperanza
lo que va de ayer ahoy.

Qué breve vida,diréis,
tiene el Príncipe deEspaña,
pues del hado a laguadaña,
morir tan en flor le veis,
pero ya no os admiréis,
responde Carlos, queasí
mi vida toda adquirí,
que si hoy muerto he comoflor,
se declara así mejor
que ayer Lis de Españafui.

Sólo mi muerte temprana
ha sido para este suelo;
pero, mejorando vuelo,
flor vivo, eterna y lozana;
y si a mi primer mañana
tan otra me vi y estoy,
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no siendo ayer lo que hoy,
fue porque ayer de este prado
fui flor, y en luz mejorado
hoy flor de ese cielosoy.

Sí, graciay frescura perfectas, y hasta anticipación romántica,pues los célebres versos de Primavera mística ylunar de Arturo Borja:


Mayo en el huerto y en elcielo:
el cielo rosas como estrellas;
el huerto estrellas comorosas...

están en germen en elparéntesis de Bastidas, que a las flores llama «astros del prado».

Por desgracia,este tono no es habitual en él. Oscila más bien entreuna tersura desvaída (que no se salva de ser prosa llanasino por la cadencia de los limpios octosílabos), y unosempeños gongorinos forzados (que, verso tras verso, alardeansin apearse una vez a la dicción directa). Ejemplo de estamanera es el romance «A un salto por donde se despeñael arroyo de Chillo, en metáfora de un toro»:



De una elevadamontaña
un arroyo baja altivo,
que agitado de sus ondas
es un toro cristalino.

Al coso llega deun valle,
donde en sonorosos silbos
le azora el favonio alegre
entre las hojas de alisos.

Furioso cava laarena
y envuelto en blancorocío,
al viento la esparce en nube,
por segar al viento mismo.
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Festivo el vulgode plantas
a trecho bien repartido,
si provoca su furor,
no menos burla susbríos.

Armado todo depúas,
se le atreve un verde espino,
y al herirle con sus puntas,
el valle llena a bramidos.

Un alto sauce lellama
de un ramo a los breves giros,
y al embestirle furioso,
hurta la rama advertido.

Y así porocho cuartetas más.

Sin embargo, enmás de un caso, hay que reconocer en estas bravatasgongorinas rasgos de positiva potencia, tanto en la imagen como enlo ceñido y airoso de la dicción, como cuando llamaal águila real:


galeón viviente que enhombros
del aire navega ufana
a impulsos de aliento propio,

o cuando califica a un álamode


atalaya a la campaña,
robusta injuria del cierzo.

A vicio de laépoca hay que atribuir, en cambio, que se pierda confrecuencia Bastidas en mitologías recónditas, queobligan a recurrir a diccionarios especializados para descubrir loque quiso significar. Como cuando hace decir a las religiosas deSanta Clara, hablando con su superiora:


Clicies firmes seremos de tushuellas [...]

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Fue Clicie una oceánida aquien Apolo, enamorado de ella, metamorfoseó en heliotropo,la flor que se vuelve siempre del lado del sol; con lo que quisoBastidas hacer decir a las monjas que en todo momentoseguirían los ejemplos de su prelada...

En loscertámenes que solían proponerse con ocasiónde las muertes, casamientos o nacimientos que ocurrían en lafamilia real, da muestras Bastidas de habilidadingeniosísima en los más apurados lances. Propuestapara ser glosada la siguiente copla:


Si de muerte tan sentida
sois vos, Átropos, laque
causa de tal dolor fue,
¿por qué nosdejáis con vida?,

y siendo regla del géneroque cada estrofa de la glosa termine con uno de los versos de lacopla, se pregunta uno cómo podía concluir ningunadécima sensata con el segundo verso. Bastidas sale del pasointerrogando a los otros dos Parcas, y concluyendo con una fraseelíptica apropiadísima para significar el espanto ysuspensión:


Ya pregunta enternecida
si Láquesis lerobó,
o si Cloto le cortó
aquel estambre florido.
Pero ya que convencido
de que ésta niaquélla fue,
de la tercera a la fe
fía, y la voz al hablar
le faltó, y alpreguntar:
¿Sois vos, Átropos,la que...?

Semejantescertámenes daban pie para extraordinarias exhibiciones dedestreza métrica, como en este soneto al nacimiento delPríncipe Don Felipe Próspero:

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Floridas tedestinan monarquías,
Invicto infante,los divinos cielos,
Luciente sol,siguiendo a tus abuelos,
Iluminas feliz sussombras frías.

Próspero arayos, aun cuando nacías,
Ocasionaste al sollucidos celos,
Pues girandomejores paralelos,
Retiras cortos conmayores días.

Ocuparás,adulto la campaña
Sin que por sol loMarte te confunda,
Por sol rayos, porMarte las victorias.

El nacimiento tuyoaplaude España,
Rayo te aplaude,pues en ti se funda
(H)Oy la mayorempresa de sus glorias.

Quien lea decorrida estos versos difícilmente sospechará que enel certamen se había propuesto el tema con dos trabasmás que suficientes para dificultarlo: rimas forzadas yverso último obligado. A las que Bastidasañadió de su propio impulso una tercera: hacer elsoneto acróstico, de suerte que las primeras letras de loscatorce versos formasen el nombre: FILIPO PRÓSPERO. Elresultado, como era de suponerse, no tiene valor poético;pero tiene sentido y relativa soltura, que no es pequeñahazaña.

Muchos ejemplosparecidos pudieran aducirse que ponen de manifiesto el dominio conque se mueve el joven maestro de Retórica en la palestraliteraria. Pero ¿serán suficientes méritospara conferirle en propiedad el título de poeta?

Grave deficiencia,no sólo del castellano sino de todas las lenguas, resulta elno tener dos nombres diferenciados para los artífices delverso y para los dotados del don divino de la genuinapoesía. A todos apellidamos poetas: pero los lógicosdirían que no es -38- ésta una denominación unívoca, sinosolamente análoga, que se aplica a individuos de distintaespecie. Intitulamos este párrafo: «Bastidaspoeta»; pero honradamente confesamos que sólo lo es ensentido lato, no en el riguroso que constituye la rara prerrogativade los genuinos inmortales.

Prueba definitivade que no cabe considerar a Bastidas como a verdadero gran poeta,es el hecho de que en el centenar de composiciones que de élconserva el Ramillete, no hay una sola que proceda de unimpulso lírico auténtico, respuesta a una necesidadíntima de expresión, ni nada que nos dé unatisbo siquiera de su alma, de su concepción de la vida, delarranque superior de sus personales anhelos. En su mayoría,son versos de compromiso, y, lo que es peor, versos decertámenes, con temas fijos en los que nada tiene que hacerla inspiración libre y genuina, sino sólo el ingenio,vencedor de trabas ideológicas o métricas.

De atenernos a ladistinción específica entre literatura ypoesía, propugnada cada día con másfundamento, habría que reconocer que nunca llegóBastidas a los dominios de la poesía verdadera, por falto depreocupaciones trascendentales, esfera propia de los grandespoetas, y aun de aquel fervor e ilusión creadora que busca,si no en los temas, al menos en el lenguaje, el encanto de lasíntesis superior que expresa las relaciones íntimasde las cosas y acierta con sus recónditas esencias,caracterizándolas en un epíteto, en un apuesto, enuna mera yuxtaposición reveladora.

Nada de esto hayque buscar en Bastidas, nada de lo que sólo brota de laintuición y califica el verdadero don poético en sugratuita pureza.

En cambio se ledeben reconocer todos los méritos que constituyen alliterato de profesión, dueño de una notable culturaadquirida y de una técnica que actúa tan fácilcomo segura. Le falta el don divino; pero -39- es un buen literato, gallarda muestra de la intelectualidadquiteña del siglo XVII, que en poco más de un siglose había puesto a la altura de las viejas culturaseuropeas.

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IV.- Documentos nuevos

No habríamás que añadir, si no tuviésemos másdatos que los que se pueden sacar del Ramillete de floresvarias.

Pero los padresUriarte y Lecina en el artículo «Bastidas» de sumagna obra ya citada: Biblioteca de escritores de laCompañía de Jesús pertenecientes a la antiguaAsistencia de España, después de indicar lo quea nuestro primer poeta corresponde en el Ramillete, anotancomo manuscritos suyos dos escritos: «A.Carta al Padre Pedro Bermudo en Madrid.- Popayán 16Noviembre 1670. (B. Hist., Jesuit. leg. 43.) B. Carta almismo sobre la impresión del Ramilletepoético y la Inventivaapologética16y compra de varias obras.- Popayán 5 Abril 1672.(Ibid.)».

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La trascendenciade estas dos cartas, puesto que al menos una de ellas serefería a la obra impresa a nombre de Jacinto de Evia, eraevidente: podía aclarar las relaciones entre el maestro y eldiscípulo en punto a la paternidad de la obra. Hiceinmediatamente gestiones para lograr el texto de las cartas. No fuecosa tan fácil, pero al fin lo obtuve por medio del insigneamericanista residente entonces en Madrid, padre Constantino Bayle,S. I. En carta de 28 de junio de 1546, me escribiócómo, después de penosa rebusca, había dadocon ellas en el Archivo de la Academia de la Historia.

Hay que confesarque, aun sacadas en limpio, son ellas documentos de difícilinterpretación; tanto que, a primera lectura resultan pocomenos que ininteligibles. Mas, una vez entendidas, son unaverdadera revelación, pues contienen una serie de datosinsospechables, que obligan a revisar de raíz todo lo quehasta ahora se había tenido por cosa averiguada, nosólo acerca del Ramillete, sino inesperadamenteacerca de las dos obras impresas a nombre del literatoneogranadino, doctor Hernando Domínguez Camargo, cuyapaternidad literaria jamás había sugerido la menorduda.

Por tratarse deuna cosa que podía tener positiva trascendencia, eraindispensable asegurar ante todo la absoluta autenticidad de ladocumentación, y para esto contar, no sólo con unatranscripción manuscrita, por acreditada que fuese, como laque había obtenido del padre Bayle, sino con unareproducción fotográfica. Puso el mayor empeñoen conseguírmela el querido amigo y renombrado investigadorhistórico don José Rumazo González, y me laproporcionó por medio del benemérito cónsuldel Ecuador en Madrid, don Hipólito de Mozoncillo.

Empecemos dando aconocer estos documentos en un traslado de ortografía ypuntuación modernizadas que las haga másinteligibles. Con este fin, además de completar lasabreviaturas, de puntuar de acuerdo -43- con la lógica, de restituir a las palabras suortografía corriente, he puesto en versalitas las palabrasde particular importancia en las que estriban los argumentos; hedividido el texto en párrafos, numerados con unanumeración seguida para las dos cartas, de modo que se lospuede citar fácilmente en la argumentación.

De este modoquedará en claro la importancia singular de estosdocumentos, señalados por los padres Uriarte y Lecina, S.I., pero que se publican ahora por primera vez.

Después dela transcripción literal, discutiremos el significado yalcance de las cartas, y trataremos de sacar las conclusionesapropiadas.

PRIMERACARTA

Pax Christi

1. Hállomenotablemente agradecido en lo que V. R. ha obrado en el POEMA quehe recibido ya impreso. Sólo un cajón pudo remetirmeel P. Ribadeneira, Procurador de Sevilla. No se debió depoder más. Ahora le escribo acerca de los demáscajones que quedaron en su poder; que espero en Dios que estascartas han de llegar antes que la armada salga para Indias.

2. Y como hastaeste Junio de 670 que pasó, meses después de partidala armada de Cartagena, no había tenido carta de V. R. ninoticia de que se hubiesen recibido los DOS LIBROS que enviaba,perdí tan segura ocasión del P. Luis de Centellas,Procurador nuestro; porque, como son tan contingentes las cosas dela mar y tierra en tanta distancia, no me determiné a cosa(que harto me ha pesado).

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3. Peroinfaliblemente en la armada que viene irá a España elsocorro para UNA Y OTRA OBRA, y así tendré con tiempoen Cartagena el dinero en poder del P. Francisco Ximeno, Rector deaquel Colegio.

4. Mas, comoconozco su actividad y puntualidad de V. R. y buen concepto quetiene de este su hijo, que no faltaré a lo que se puededeber de DICHAS IMPRESIONES, confío que ya estarándados a la estampa.

5. Pero, por siacaso no estuvieren impresos, puede V. R. ordenar se trabaje enellos. Y ya que no se puedan imprimir LOS DOS, por lo menos laINVECTIVA APOLOGÉTICA, que es de menor volumen, sepodrá ajustar para esta armada: que quisiera fuera en untomito pequeño, del cuerpo de Contempto mundi (aque más me inclino), o del tomo de Floreshistoriales (como entonces le pedía).

6. Y si hubierende venir en esta armada, se pueden enviar a Sevilla solos doscajones de CADA OBRA y los tomos que en ellos solo cupieren, que delos demás yo avisaré después (que éstaescribo con toda prisa por no perder este aviso).

7. Ya V. R. severía con el P. Hernando Lavayen, y sabría ladesgracia de haberle cogido el Inglés y despojádolede un cajón de cáscara de Loja, que llevabamás de ciento veinte libras largas; porque el H. Odiago medijo que era el mejor regalo que podía enviar a V. R., porser cosa tan estimada allá para cuartanas y tercianas. Y meha pesado no llegase a sus manos, por ser una breveinsinuación de mi afecto, que, por no aguardar a la flema dela armada y gozar de la seguridad del P. Hernando, lo eché apique. La mesma fortuna hubiera corrido el socorro de LASIMPRESIONES, si el Padre se detiene algunos días másen esta ciudad, porque llegó muy poco después que separtió. Gracias a Dios por todo.

8. En esta armadano faltará algo con qué servir a V. R., que cierto lodeseo, porque conozco el beneficio, -45- pero soy desgraciado; y en las que vinieren despuéssiempre tendré este reconocimiento con algún tributo,aunque V. R. no sea Procurador. Como también al P. JuanCortés Osario; que me holgaré que, del dinero queremití, lo que reste de los trescientos patacones se leentregase, como se lo tenía prometido. Que siempre loscincuenta patacones fueron dedicados para Su R., aunque llegaranallá tan diminutos. Pero como murió el P. Felipe dePaz, que me aseguró que por lo menos 348 patacones sincostos algunos se los entregaría a V. R., por carta que meescribió de Cartagena; pero por la experiencia veo que consu muerte se atrasó todo.

9. He vistodespacio en el POEMA las doctas enmiendas del P. Juan CortésOsario, y me hallo sumamente agradecido, y lo seré en todaslas armadas. Holgareme que en LAS OBRITAS que alláestán las revea y mejore.

10. De LOS LIBROSque han quedado en la Procuraduría de esa Corte, conforme V.R. me avisa, escribo al P. Manuel de Villabona para que disponga deellos, (que harto me ha pesado haya dejado V. R. el oficio, enquien he hallado padre, amparo y amigo, que tan bien lo hadispuesto todo).

11.Estimaré que V. R. me encomiende y dé a conocer adicho Padre Procurador, y vea si debo aún algo de laimprenta de SAN IGNACIO, y avíseme para que se satisfa*gatodo. Que porque el P. Alonso de Pantoja me dijo que con lostrescientos patacones había suficiente para el POEMA, noremití más en la ocasión, y tambiénporque entonces no me hallaba a mano sino con esa cantidad, (peropudiera haberse buscado).

12. Holgareme hayaquedado contento el P. Juan Cortés Osorio, pues tan bien LOtrabajó y tanto le debo; pero V. R. le diga que, si heandado corto en esta ocasión, me enmendaré en la queviene. Y que no deje de escribirme; como también V. R., ymandarme con llaneza como a hijo.

-46-

13. NuestroSeñor guarde a V. R. y dé mucha salud, como hamenester este su siervo, en cuyos Sacrificios etc.

Popayán ynoviembre 16, 670.

D. V. R. hijo y siervo etc.
Antº. Bastidas

Mi Padre PedroBermudo.

14. (En elreverso) Al P. Pedro Bermudo de la Compañía deJesús, Procurador General de Indias en la Corte de Madrid,etc. Madrid.

SEGUNDACARTA

Mi Padre PedroBermudo:

Pax Christi

15. Antes derecibir su segunda carta de V. R. de 30 de Noviembre de 1670,tenía respondido a la de 23 de Mayo de 69, el mesmoaño de 70. Días ha que habrá llegado a manosde V. R.; y (en) la presunción que entonces tuve de quequizás estarían impresos LOS DOS LIBROS,disponía su remisión y disposición. Pero yapor la segunda carta estoy desengañado que no se imprimierony quedaron en poder del P. Procurador Manuel de Villabona.

16. Y me healegrado por la dedicación del RAMILLETE POÉTICO, queentonces iba al Dr. Don Fernando -47- de Lomas por la amistad que habíamos profesado; perocuando se lo hice saber, reconocí que tenía pocoafecto, y lo principal - porque se ha declarado enemigo de laCompañía. De esto sabe muy bien el P. Hernando deLavayen.

17. El caballero aquien le dedico ahora es amigo y muy afecto a nuestraCompañía. Va con ésta LA DEDICATORIA y ELRÓTULO para que se imprima con LA OBRA.

18. Lo mesmoescribo al P. Juan Osorio Cortés, a quien pido mire yenmiende LA OBRA, y en ausencia de V. R. corra por su cuidado laimprenta, porque, asistiendo V. R. en Madrid, por solas sus manosha de correr, porque salió la del POEMA muy a gusto.

19. Agradeciendo,como es razón, el sumo cuidado que V. R. puso en laimpresión y remisión de los cajones, hasta ahora noha pasado a Indias más que uno (que juzgo es elséptimo) que llegó a mis manos, pagándose enCartagena con puntualidad los costos que hicieron de Sevilla aIndias.

20. Agora puedeser que el P. Procurador envíe otros. Ya se estáponiendo el dinero en Cartagena para que se paguen los nuevoscastos. Todo está muy ajustado, y reconozco lo mucho quesuplió V. R. de su casa.

21.Procuraré mostrarme siempre agradecido, y harto me pesa queel Inglés hubiese cogido el cajón de cáscarade Loja que remitía a V. R. con el P. Hernando de Lavayen.Ahora quise desquitarme con un buen regalo; pero la tardanza deldinero que me envió EL DISCÍPULO Y AMIGO POR CUYOCUIDADO SE IMPRIMEN ESTOS DOS LIBROS, pues llegó cuatromeses después que hubieron pasado los últimosmercaderes para Cartagena (que se previenen un año antespara la armada, por la distancia suma que hay de estas partesdistantes a los puertos); -con que no va, y me hube de valer deunos 354 patacones -48- que tenía para UNA OBRILLA QUE QUERÍA SALIESEEN MI NOMBRE.

22. Con que hedejado ÉSTA, porque ESOS DOS TOMITOS no invernen porallá.

23. Con que, p*rno haber llegada a tiempo ese otro dinero, ahora sóloenvío a V. R. 25 patacones para chocolate, y otros tantos alP. Juan Cortés. Que en la primera ocasión iráduplicada la parada; que el dinero está ya en mi poder, yahora no hay quien le lleve, porque han bajado, como tengo dicho,todos los mercaderes, y estos despachos pasan por correos, que sonunos pobres indios.

24. 300 pataconesvan: los 200 son para el RAMILLETE POÉTICO, los 100 para laINVECTIVA APOLOGÉTICA17.

25. ÉSTA hade ser en folio de Contemptus mundi oVillacastín18.El RAMILLETE en octavo o folio de Arte deAntonio19;la letra mediana. No pido más de media imprenta o menos. Loque alcanzare el dinero, (que conozco que no es sobrado), porque loque estaba destinado para ella llegó tarde, como ledigo.

26. En todo casose abran las armas20de ese caballero a quien le dedico (ahí las envío alfin del rótulo impresas) cueste lo que costare; porque esmuy galante, y, si ve que le honramos con esaniñería, nos regalará a todos (que Dios le hadado mucho). Vengan en medio del mismo rótulo.

27. ElÍndice del POEMA, que se perdió, no va en laocasión. Enviarelo cuando se hubiere de hacer nuevaimpresión, como se lo escribo al P. Juan CortésOsorio.

-49-

28. Si se hubierentrocado los libros del POEMA DE SAN IGNACIO, se podríanremitir algunos a Sevilla. Al P. Villabona le escribí (nosé si habrá recibido la carta) que, si queríaremitirlo a la Nueva España, los enviase, y, si saliese algodespués de haberse costeado, ayudase a LA IMPRESIÓNDE ESOS DOS TOMILLOS, o que hiciese lo que más gustase Su R.(no sé a lo que se habrá determinado); porque porestas provincias y partes del Pirú, con los que hay enSevilla bastan.

29. Y si el P.Manuel de Villabona no hubiere querido admitir el partido, V. R.disponga de ellos, o bien para AYUDAR A ESAS IMPRESIONES, o bienpara que se remitan a Sevilla trocados por tomos de otros autores,principalmente devotos, curiosos o de poesía, que por sucuidado de Su R. sé que tendrá todo muy buenasalida.

30. En todo caso,sea media la imprenta, y con letra mediana, y en el tamañoque he dicho.

31. En llegando eldinero, se haga luego porque se puedan remitir la mitad de cadajuego, y la otra mitad trocarlos, que en estos tomospequeños se acomodará mejor su envío.

32. El amigo aquien dedico la INVECTIVA APOLOGÉTICA, le han dado el oficiode Comisario de Inquisición, y como ese título seestima por allá, envío de nuevo el rótulo,porque de esta suerte, y no de la otra, venga impreso.

33. Qué deimpertinencias que le pido a V. R. Súframelas, que porallá no tengo persona que con tan buenos ojos mire MISCOSAS.

34. En nombre delimpresor se pueden pedir las licencias, como se hizo en el tomo delPOEMA, porque COMO SALEN EN NOMBRE DE SECULARES Y ES A GUSTO EINSTANCIA SUYA, Y ELLOS HACEN EL GASTO, VAYA EN NOMBRE DE SECULARla agencia de la impresión. Excusado -50- me parece el aviso cuando V. R. está tan adelante entodo y sabe tan bien la carta de marear esos golfos.

35. Llámaseel agente del señor Provisor a quien dedico el RAMILLETEPOÉTICO Don Juan de Amezaga. V. R. le dé calor yayuda, que está en pretensiones de alguna canonjía odignidad de las Iglesias de Indias, que, cualquiera cosa que sehiciere por él, será agradecido, porque es muygalante en todo.

36. NuestroSeñor guarde a V. R. para alivio y consuelo de este sucapellán y hijo suyo. Popayán y Abril 5 del 672.

De V. R. hijo etc.
Antº. Bastidas

37. (Al pie de lahoja) Libros.- P. Antonio Bastidas. 5 de Abril de 72. EnPopayán. Envía 300 patacones para impresión desu RAMILLETE DE FLORES e INVECTIVA con varias advertencias y unregalo para el P. Cortés y para mí, y trueque alibricos de devoción de sus IMPRESOS.

-51-

V.- Interpretación de lascartas de Bastidas

Estas dos cartasque tenemos del padre Bastidas al padre Bermudo son por desgraciapiezas descabaladas de una correspondencia más copiosa. Loque de esta correspondencia se puede rastrear es lo siguiente.

Lo primero en ellasería una carta, hoy perdida, del padre Bastidas, anterioren uno o dos años a 1666, enviada junto con el manuscritodel Poema de San Ignacio, en la que sin dudaexplicaría la razón de la publicación de unaobra que iba a figurar a nombre de un sacerdote secular, el doctorHernando Domínguez Camargo, y encargaría tal vez alPadre Procurador que la hiciese revisar y corregir.

-52-

Mediaríanluego probablemente algunas cartas, todas perdidas, hasta lapublicación del poema en 1666.

El primer correodel padre Bermudo de que habla Bastidas es el de 23 de Mayo de1669, que no ha llegado hasta nosotros.

Para esa fechaBastidas había remitido ya a Madrid los manuscritos delRamillete de flores y de la Invectivaapologética, pidiendo que ésta se publicaseaparte en un tomito pequeño.

Acuse de recibo deeste envío de los manuscritos no tenía el padreBastidas en junio de 1670.

Pocodespués le llegó un primer cajón conejemplares del Poema de San Ignacio impreso.

Agradeciendo esteenvío, escribió la carta de 16 de noviembre de 1670(primera de las que tenemos), en la que insta por laimpresión del Ramillete y de la Invectiva,y pide que los corrija el padre Juan Cortés Osario, como lohabía hecho con el Poema.

Esta carta,contestación de Bastidas a la del padre Bermudo de 23 demayo de 1669, se cruzó en el camino con otra del padreBermudo de 30 de noviembre de 1670, que tampoco se haconservado.

Por ésta seenteró Bastidas que aún no se empezaba laimpresión del Ramillete. Lo aprovecha, al contestarel 5 de abril de 1672 (segunda carta de las que tenemos), paracambiar el padrino a quien iba a dedicar el libro; para escribir alpadre Juan Cortés suplicándole lo mirase y enmendase;para enviar el dinero que había de gastarse en lasimpresiones, y hacer recomendaciones sobre la forma que sedebía dar a la publicación, y la manera deexpenderla.

Varias de estasrecomendaciones no se cumplieron. Así, a pesar de repetidasinstancias, la Invectiva quedó publicada junto conel Ramillete en un mismo tomo con paginaciónseguida, aunque con portada propia. Después de esto, nadasabemos ya, ni queda -53- medio alguno para adivinar lo que pudo ser el fin de estacomunicación epistolar entre el padre Bastidas y el padreBermuda.

Para acertar conla recta interpretación de la misma, y consiguientemente consu alcance histórico, es preciso tener unos datos al menossobre el corresponsal de nuestro poeta criollo.

El padre PedroBermudo era toledano, nacido en Puebla de Montalván en 1610.Ingresó en la Compañía en 1626, y por losaños de 1670, cuando se escribía con el padreBastidas, ejercía el oficio, entonces muy importante, deprocurador general de las Indias Occidentales en Madrid. Mástarde fue procurador general de la Asistencia de España enRoma, donde era simultáneamente penitenciario de San Pedro.Hombre grave y piadoso, como lo prueban los cargos que leconfiaron, de superior de la residencia de Navalcarnero yprepósito de la Casa Profesa de Madrid, atendía, nosólo de oficio, sino con singular esmero y caridad a los milnegocios que le encomendaban los Padres de todas las provincias deAmérica. Las cartas del padre Bastidas respiran gratitud porla bondad y servicialidad del padre Bermudo.

Tambiénserán oportunos unos pocos rasgos acerca del padre JuanCortés Osorio, que tuvo su intervención literariatanto en el Poema de San Ignacio como en elRamillete. Había nacido en Puebla de Sanabria(Zamora) en 1623. Jesuita desde 1637, enseñóFilosofía y Teología en diversos colegios deEspaña, regentó la cátedra de prima en losEstudios Reales del Colegio Imperial de Madrid. Ejerció loscargos públicos de censor de libros, de visitador debibliotecas y de ministro de la Junta de Calificadores del Consejode S. M. de la Santa y General Inquisición, «habiéndose hecho no menos recomendable-dicen Uriarte y Lecina- por sus virtudes religiosas y celo delbien de la nación, que temible por su ingenio eminentemente -54- satírico»21.Se encuentran Pareceres suyos previos a las licencias delConsejo tanto en el Poema de San Ignacio deDomínguez Camargo como en el Ramillete de Evia, ytambién en otro de nuestros libros coloniales El Job dela Ley de Gracia por fray Felipe Colombo.

Conocidas laspersonas, es de suma importancia, definir exactamente elcarácter de las dos cartas del padre Bastidas que debemosanalizar.

Son cartas deoficio, cartas de negocio. No son cartas literarias niconfidenciales. Tratan de asuntos de libros, pero no de sucontenido ni de nada referente a su valor literario, o a su autor oautores, sino a su edición, expendición yenvío a Ultramar. Son rigurosamente cartas, si cabe decir,comerciales, y desgraciadamente cartas, como queda dicho,descabaladas, de una serie de la que faltan las del principio y lasdel fin. En las primeras se hallarían seguramenteexplicaciones iniciales sobre la naturaleza de las obras que elpadre Bastidas trataba de hacer imprimir en España, y porellas hubiéramos tenido resuelto sin lugar a dudas elproblema trascendental de la paternidad de estas obras. Nada deesto tenemos en las cartas existentes. En ellas se habla dediversos libros como de cosa ya conocida y sobre la que no hay porqué dar más explicaciones. Todo procede por alusionesescuetas que dejan pendientes muchos interrogantes. La falta de lasúltimas cartas de la serie nos ha dejado sin datos acerca delos resultados de las gestiones de Bastidas, y particularmente depor qué no se hizo segunda edición del Poema deSan Ignacio y de por qué no llegó a imprimirsela última obra, la que pensaba publicar con su propionombre. De ésta no sabemos ni sobre qué temaversaría, aunque se puede conjeturar que seríaalgún escrito considerable, pues para su impresióntenía reservado 354 patacones, -55- siendo así que sólo había enviado 300para la del Poema, libro de 406 páginas.

Como en tantasotros asuntos históricos en que la documentación quese ha salvado del naufragio del tiempo es incompleta, no queda otroremedio que conformarse con aquella, irremediable cuanto dolorosadeficiencia, y sacar el mejor partido posible de los documentosexistentes, analizándolos con sagacidad y sugiriendocautelosamente las hipótesis más racionales en lospuntos que quedan dudosos, con el fin de llegar a unainterpretación de conjunto coherente, verosímil eimparcial.

Empecemos, pues,recogiendo, ordenando y concertando entre sí los datos quetextualmente se leen en las dos cartas, puntualizando lospárrafos de las mismas en que cada cosa se encuentra; ydespués vendrá el sacar las inferencias que deaquellos datos se desprendan.

Son cuatro lasobras de las que en sus misivas al procurador de Indias habla elpadre Bastidas: La primera, a la que va dando diferentes nombres:El Poema (números 1, 9, 18 y 27), SanIgnacio (número 11), Poema de San Ignacio(número 28). La segunda, el Ramilletepoético (números 16, 24, 25, 35 y 37). Latercera la Invectiva apologética (números 5,24, 25, 32 y 37). La cuarta, cuyo título no da pero quellama una obrilla que quería saliese en mi nombre(número 21).

Las cuatro obrasestán, además, indicadas por alusión: elPoema de San Ignacio, cinco veces, en los números10, 12, 19, 20 y 29; el Ramillete, diecinueve veces, enlos números 2, 3, 4, 5, 6, 7, 9, 15, 17, 18, 21, 22, 26, 28,29, 30, 31, 34 y 37; la Invectiva, dieciséis veces,en los números 2, 3, 4, 5, 6, 7, 9, 15, 21, 22, 28, 29, 30,31, 34 y 37; y una vez la obra sin título en elnúmero 22.

Cronológicamente la prioridad de la impresióncorresponde al Poema de San Ignacio, que salió aluz en 1666. Empecemos, sin embargo, por el Ramillete, quelleva el pie de imprenta de 1676 (y en algunos -56- ejemplares el de 1675). Ya advertimos que, contra elinsistente pedido del padre Bastidas, quedó incluida laInvectiva apologética en el mismo volumen, aunquecon portada propia.

Los datosconcretos que acerca de estas dos obras, Ramillete de floresvarias e Invectiva apologética, se entresacande las dos cartas constan en los diez puntos siguientes

1.º) Dice elpadre Bastidas que, antes de 1670, había enviado a Madridlos originales para su impresión y ofrece mandar el dineropara este fin (números 2, 3, 4, 7);

2.º) En casode no poder imprimirse sino una de las dos obras, prefiere que seala Invectiva (número 5), y especifica el formato ytipo para su impresión (números 5, 25, 30), comotambién para la del Ramillete (número25);

3.º) Sugiereel modo de envío a América de ambas obras(número 6), y propone que se hagan permutas con parte de losejemplares (número 31);

4.º) Al saberen 1672 que todavía no se empezaba la impresión,cambia la dedicatoria del Ramillete (números 15,16, 17, 18), y ruega que tenga a bien el padre Juan CortésOsorio revisarlo y enmendarlo (número 18);

5.º) Habladel discípulo y amigo que paga la impresióndel Ramillete y de la Invectiva, es decir deJacinto de Evia, aunque sin nombrarlo (número 21);

6.º) Indicaque en el Ramillete e Invectiva empleó eldinero que tenía reservado para una obrilla quequería saliese en su nombre, y reparte aquella suma en200 patacones para el Ramillete y 100 para laInvectiva (números 22, 24);

-57-

7.º) Pide queen el rótulo del Ramillete se estampen las armasdel nuevo padrino (número 25) y recomienda su agente(número 35);

8.º) Encargaque se empleen en la impresión del Ramillete y dela Invectiva las ganancias que se sacaren de la obraanterior, es decir del Poema de San Ignacio(números 28, 29);

9.º) Afirmaque todas tres abras (Poema, Ramillete eInvectiva) salen en nombre de seculares, que estoes a gusto e instancia suya y que ellos hacen elgasto (número 34);

10.º)Finalmente el padre Bermudo, al sintetizar la carta, trata los doslibros como obras de Bastidas: Su Ramillete de Flores... SusImpresos (número 37).

Pasando alPoema de San Ignacio, en ocho puntos puede resumirse loque de él dicen las cartas:

1.º) Escribeel padre Bastidas que, para noviembre de 1670, habíarecibido impreso el Poema, pero sólo uncajón, el séptimo, y agradece sus cuidados al padreBermudo (números 1, 19);

2.º) Alestudiar en el Poema impreso las correcciones introducidaspor el padre Cortés, se declara sumamente agradecido, yexpresa el deseo de que el mismo Padre mejore también elRamillete y la Invectiva (números 9, 12,18);

3.º) Disponede los ejemplares del Poema que aún no han sidoremitidos a América (números 10, 20);

4.º) Preguntasi algo queda debiendo por la impresión del Poema yofrece pagar. No envió más de 300 patacones porque ledijeron que no era menester más (número 11);

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5.º) Mandaregalos para el padre Cortés que corrigió elPoema (números 12, 23);

6.º) Avisaque enviará el Índice del Poema, cuando sehaga de él nueva impresión (número27);

7.º) Proponese despachen ejemplares del Poema para venta enMéxico, y determina que lo que se recaude sea aplicado a laimpresión del Ramillete y de la Invectiva(números 28, 29);

8.º) Recuerdaque para el Poema se pidieron las licencias en nombre delimpresor, y sugiere que se haga lo mismo con el Ramilletey la Invectiva, para evitar dificultades (número34).

Éstos sonlos puntos concretos contenidos en las dos cartas.¿Cómo se los debe interpretar?, ¿quéconclusiones hay que sacar de ellos?

Supongamos a unlector que nada sepa de los libros impresos y sólo conozcaestas cartas; la impresión espontánea que de ellasreciba será indudablemente de que está tratando elpadre Bastidas de obras propias suyas. El modo de hablar, el modode proceder, la omnímoda libertad con que dispone de todo,obviamente no se pueden referir sino a obras propias. Daórdenes acerca de las características de susediciones, acerca del formato y tipo, de la impresión ycorrección de pruebas, de la repartición, venta otrueque de los volúmenes, de su embalaje y envío, dela aplicación del producto de la venta. Responde élde todos los gastos, los de la publicación y los de despachoa América. Más aún, señala y cambia asu talante las personas a quienes dedica las obras, escoge censor aquien se las deba entregar para que las revise, corrija y mejore, yesto en forma incondicional, de modo que las correcciones seincorporen a la obra sin ser estudiadas y aprobadas por el autor,haciendo con esto acto de propiedad, no sólo sobre lasediciones, sino también sobre el texto.

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¿Quémás pudiera hacer con obras rigurosamente propias?

Pero, en francacontraposición con esta conclusión que pareceevidente, se presenta el hecho desconcertante de que tres de lasobras, que así trata Bastidas como enteramente propias,llevan en sus portadas nombres de autor distinto: elRamillete, el de Evia; el Poema y laInvectiva, el de Domínguez Camargo.

Tenemos, pues, uncontraste tan evidente como inexplicable. Quien sólo lea lostítulos de las obras no puede ni sospechar que tenga que vercon ellas el padre Antonio Bastidas. Y quien sólo lea lascartas del mismo al padre Bermudo no puede ni sospechar que lasobras de que habla en ellas sean de otro que del mismo padreBastidas. La contradicción entre las portadas de los librosy el tenor de las cartas es manifiesta. Problema ineludible, queexige solución.

Dos solucionesextremas pueden concebirse, que se excluyen entre sí, basadala una en los impresos, y la otra en las cartas. Según laprimera, las obras pertenecerían a los autores cuyos nombresfiguran estampados en los rótulos, y el padre Bastidassería tan sólo el agente encargado de laimpresión. Según la otra, las tres obraspertenecerían en realidad a Bastidas, y los nombres de lasportadas serían meramente nombres prestados para encubrir laidentidad del autor verdadero.

En sí,ninguna de las dos soluciones tiene nada de imposible; pero ambaspresentan sus puntos oscuros.

Estudiemos lahipótesis primera: Evia y Camargo, autores; Bastidas,editor. La dificultad principal contra ella es la ya indicada; eltenor de las cartas y la convicción a que invenciblementeinducen de que Bastidas habla como autor.

A esto se puederesponder que, en la correspondencia entre el padre Bastidas y elpadre Bermudo, pudo -60- muy bien Bastidas explicar de una vez para siempre en laprimera carta (que se ha perdido) el asunto de los autores y porqué se encargaba él de publicar aquellas obrasajenas. En este supuesto, se comprendería que en las cartassubsiguientes que poseemos, para mayor expedición y brevedadhable ya de las obras encargadas como de cosa propia sin másdistinciones.

Estaexplicación sería en sí misma satisfactoria, yse basa sobre una hipótesis verosímil. Seríaen sí misma satisfactoria, porque, aunquehistóricamente no consta, cabe muy bien que se hubiesecomprometido Bastidas a editar obras ajenas; y en particular, que,muerto Domínguez Camargo en 1659, hubiese tenidointerés en salvar del olvido un poema dedicado a SanIgnacio. Con esto quedaría explicado que, al editar una obrapóstuma por la cual nada ya podía hacer el propioautor, se afanase él por sacarla con la mayorperfección y decoro, empeñándose, como hicierapor una producción propia, en hacerla corregir por uningenio tan cotizado como el padre Cortés -cosa enteramenteverosímil en el siglo XVII, en que no se miraban con losescrúpulos de ahora los derechos de autor.

Solucióningeniosa y posible, pero que no aclara del todo los hechosconcretos. Porque, en primer lugar, no da cuenta de la diferenciaentre el caso del Ramillete publicado a nombre de Evia, yel del Poema y de la Invectiva atribuidos aDomínguez Camargo -casos, sin embargo, bien distintos-. ElRamillete lleva en la portada el nombre de Jacinto deEvia; pero el mismo Evia en las primeras líneas de suprólogo se encarga de avisar que el intento primordial de laobra es dar a luz composiciones inéditas de su maestro, elpadre Antonio Bastidas. En cambio, el Poema heroico SanIgnacio y la Invectiva Apologética, sepresentan como obras póstumas de Domínguez Camargo,editadas respectivamente por Antonio Navarro Navarrete y AtanasioAmescua Navarrete, y en -61- las que el padre Bastidas no entra para nada. Tanto quenadie hasta ahora había sospechado nunca que tuvieseél conexión alguna con el Poema. La tiene,sin embargo, y decisiva, como consta de las cartas. Todo ello, enesta explicación, quedaría en el misterio.

En segundo lugar,no es esto lo único que queda en el misterio sino los cuatrohechos siguientes, que no son suposiciones, sino que taxativamenteconstan en las cartas y que, todos ellos, favorecen a lasolución contraria, esto es, a la de Bastidas verdaderoautor.

Primero, que,aunque distingue y contrapone Bastidas tres obras «que salen en nombre de seculares»(número 34), y una «quequería saliese en (su) nombre» (número 21),habla, sin embargo, de todas cuatro en tono absolutamente uniforme,igualando, las obras nominalmente ajenas a la confesadamentepropia.

Segundo, que,poniéndose en la hipótesis de que el dinero enviadopara costear juntamente la edición del Ramillete yla de la Invectiva no diese para ambas, pide que sedé la preferencia a esta segunda (número 5), (siendoasí que el Ramillete contenía copiosa obrasuya, y la Invectiva salía como totalmenteajena).

Tercero, que, nohabiendo llegado a tiempo a manos de Bastidas el dinero ofrecidopor Evia para la impresión del Ramillete y de laInvectiva, y urgiendo enviar fondos a España,mandó él los 354 patacones que teníareservados para la obra que quería publicar con su propionombre (números 21-22).

Preferir de estemodo obras ajenas a las obras propias es cosa humanamente pocoverosímil, que no puede presuponerse sin más niafirmarse sin pruebas. En cambio, la explicación de todostres hechos es enteramente natural si tan de Bastidas son las tresobras que salen con nombres ajenos como la cuarta que debíasalir con el propio; y se comprende que no había paraél mayor sacrificio ni en posponer el Ramillete (enparte al menos propio, a la Invectiva aparentemente -62- ajena) ni a ambos, Ramillete e Invectiva,la obrita que había de consagrar su nombre como escritor. Enrealidad en todos cuatro casos habría estado publicando losuyo, y, por lo visto, más le importaba sin duda lapublicación misma de las obras que no la satisfacciónde leer el propio nombre en las portadas.

Queda por fin elcuarto hecho, que, mientras no reciba una refutacióndirecta, parece el más adverso a la primera soluciónque estamos considerando (Bastidas mero agente editor de obrasajenas).

Reléase elpárrafo antepenúltimo (número 34) de lasegunda carta:

En nombre delimpresor se pueden pedir las licencias, como se hizo en el tomo delPOEMA, porque como SALEN EN NOMBRE DE SECULARES Y ES A GUSTO EINSTANCIA SUYA, Y ELLOS HACEN EL GASTO, vaya en nombre de secularla agencia de la impresión.

Basta ponderar lostérminos. En primer lugar, rigurosamente equipara Bastidaslas tres obras, Poema, Ramillete eInvectiva respecto de las licencias, queconstituían el punto difícil de las impresiones; ydice que se debe proceder con los dos últimos libros comocon el primero, a saber, (pedir las licencias en nombre delimpresor). La razón para esto se desprende de lo que sigue:todos tres libros son presentados como de igual naturaleza.

Y ¿enqué consiste esta naturaleza, este rasgo común? Enque salen en nombre de seculares. Nótese yadviértase la palabra, que no sufre equívoco. No diceBastidas que las tres obras son de seculares, si no quesalen en nombre de seculares. ¿No será estouna manera explícita de significar que en realidad eransuyas, y que solamente salían en nombre deseglares, no siendo de ellos, porque por justos respetosconvenía que saliesen así en forma encubierta? AclaraBastidas la anomalía del caso añadiendo que este -63- modo de publicación en que ellos, los seglares,prestan su nombre, es a gusto e instancia suya, y que, enprueba de ello, hacen ellos el gasto. Lo que se confirmapor la contraposición con la obrilla que queríasaliese en (su) nombre propio, para la cual el padre Bastidashabía tenido reservados 354 patacones de otraprocedencia.

Hay, sin embargo,que reconocer que las locuciones «como...es a gusto e instancia suya, y ellos hacen el gasto», que severifican exactamente en Jacinto de Evia respecto delRamillete, resultan menos inteligibles respecto deHernando Domínguez Camargo, que era difunto al tiempo de lapublicación, no sólo de la Invectiva (1676),sino también del Poema (1666), pues habíamuerto en 1659.

Pero aquítocamos a otra incógnita, que afecta por igual a las dossoluciones opuestas: la de las relaciones entre Bastidas y Camargo.Si el Poema heroico y la Invectiva son deCamargo, ¿cómo llegaron los manuscritospóstumos a manos de Bastidas y por qué seencargó él de publicarlos? Si son del mismo Bastidas,¿cómo se le ocurrió publicarlos con el nombrede Camargo?

Los datoshistóricos no responden. Bastidas era un jesuitaguayaquileño, nacida hacia 1615, y entrado en laCompañía en Quito en 1632, al tiempo en que formabanuna sola provincia indivisa el Nuevo Reino y Quito.Domínguez Camargo, natural de Santa Fe de Bogotá,nació en 1606, entró en la Compañía en1621, hizo los primeros votos el 7 de mayo de 1623; pero paranoviembre de 1636, ya sacerdote, había salido de la orden.Fue cura de Turmequé y luego de Tunja. Ha sido imposibleaveriguar con certeza si entre 1623 y 1636 estuvo en el Colegio deQuito. Lo daría a entender el célebre romance«A un salto por donde se despeña el arroyo deChillo» publicado en el Ramillete (pues el Colegiode Quito tenía su casa de campo en el vecino Valle de losChillos). -64- Pero precisamente se trata de verificar el origenauténtico de dicho romance.

Como Bastidas,nueve años más joven que Domínguez Camargo,entró en la Compañía en Quito el 14 de mayo de1632, en caso de que Camargo hubiese vivido un tiempo en Quito, noes imposible que Bastidas, de novicio o de estudiante, le hubieseconocido personalmente; más aún, que hubiese sidodiscípulo suyo el último año que pasóCamargo en la Compañía. Pero esto es puramentehipotético, y más hipotético todavíaque conservasen relaciones amistosas entre sí, las cuales dealgún modo explicarían cualquiera de las dosposibilidades consideradas hasta aquí: o que laspoesías de Camargo viniesen a parar a manos del jesuitaquiteño, o que éste tomase el nombre de Camargo parapublicar las suyas propias. Pero cualquier afirmaciónsería aventurada.

Lo cierto es,volviendo al argumento que quedó pendiente, que Bastidas ensu segunda carta afirma que el Ramillete y laInvectiva, al igual que anteriormente el Poema,salen en nombre de seculares; y el alcance obvio de estemodo de hablar es que el salir en nombre de seculares essola apariencia, que en realidad son obras suyas.

Y ¿porqué, si lo eran, había de usar de estadisimulación?, ¿por qué había depublicar obras propias con nombres ajenos?

Lo explica en lafrase siguiente con hábil reticencia, pero con toda ladeseable claridad. Porque concluye en el mismo párrafo:«Excusado me parece el aviso cuando V. R.está tan adelante en todo, y sabe tan bien la carta demarear esos golfos» (34). Que fue decir: Hubiera podidoahorrarme el aviso de que se pidiesen las licencias para estas dosobras nuevas (lo mismo que se hizo con el Poema de SanIgnacio) a nombre de los seculares que figuran como autores.Vuestra reverencia sabe de sobra que la impresión de libroses mar peligroso en que fácilmente se naufraga, y comovuestra reverencia -65- está tan al tanto de estos riesgos y «sabe tan bien la carta de marear estosgolfos», comprenderá por qué publico mis libroscon nombre de seculares, y por qué le recuerdo que a nombrede ellos agencie la impresión.

Efectivamente escosa conocida cuán larga y enredosa era latramitación para publicación de obras en laEspaña del siglo XVII. Se requerían revisiones ylicencias, tanto del ordinario como de los señores delConsejo, enredo y dificultad que se hacían mayores paraobras provenientes de América, y que se agravaban mástodavía para obras de religiosos, especialmente si versabansobre asuntos literarios o sobre temas profanos.

Todas estasdificultades se acumulaban en el caso de Bastidas, y se comprendeque las quisiese sortear poniendo en la portada delRamillete el nombre de Evia, y cediendo la paternidad delPoema de San Ignacio y de la Invectivaapologética (por la que muestra una predilecciónpoco explicable) al difunto doctor don Hernando DomínguezCamargo. Así quedaría explicado en la primerahipótesis el hecho, al parecer anómalo, de queacudiese el padre Bastidas a nombres ficticios para publicar susobras.

-[66]- -67-

VI.- Comparacióncon Domínguez Camargo

Hasta aquíhemos ponderado las razones que favorecen a esta primerahipótesis (Bastidas, autor verdadero, aunque encubierto, delPoema y de la Invectiva). Pasemos a exponer,dándoles toda su fuerza, las que se deben aducir en pro dela segunda (Bastidas, mero editor de obras de DomínguezCamargo).

Es inútil,en el estado en que están las cosas, pretender aducirpruebas documentales. Si se pudiese presentar un escritocualquiera, manuscrito o impreso, que aludiese siquiera a lapaternidad cierta de Camargo, toda discusión quedaríacortada. Pero a falta de documentación externa decisiva,sabido es que, para problemas como éste de paternidadliteraria, queda todavía un arbitrio, arriesgadociertamente, pero justificado y legítimo. Esta prueba es lade la crítica interna.

-68-

El reparo que sele suele oponer es el de su carácter inevitablementesubjetivo. Pero cabe disminuirlo, primero cuidando de que el factorsubjetivo quede en sus límites propios e ineludibles (losque corresponden por su esencia misma a toda críticaliteraria), y afianzando luego el dictamen sobre apreciacionessusceptibles de comprobación, por lo menos en sentidolato.

Planteadoasí el procedimiento, el problema es el siguiente. Dado queconocemos con certeza del padre Antonio Bastidas 99 composicionessuyas y más de 50 páginas de prosa poéticacontenidas en el Ramillete, juzgando por estas piezasciertas que permiten formar concepto de su estilo, ¿esverosímil atribuirle la composición del Poemaheroico San Ignacio de Loyola y de la Invectivaapologética?

Son dos cuestionesque deben tratarse separadamente.

Respecto delPoema heroico, ateniéndonos al juicio que mereceBastidas por las composiciones suyas del Ramillete, lasinceridad crítica obliga a contestar rotundamente: No, nocabe identificar al autor de los versos del Ramillete conel autor del Poema. Éste, desde sus primerasoctavas está a cien codos por encima de cuanto se puedehallar en Bastidas. Escójase lo mejor que de él selogre entresacar, y póngase al lado de las octavas con quearranca el Poema, y salta a la vista una diferencia, no degrado, sino de especie. Bastidas es un buen versificador; el autordel Poema es un poeta: poeta desde luego bravamentegongorino, pero que, con defectos y todo, se remonta a otra esfera,se mueve en otra atmósfera, se lanza, en vuelo de aletazos,violentos tal vez, pero nobles y seguros:


Si al de tu lira néctararmonioso,
dulces metros le debo, heroicaahora
en número me inspiramás nervoso,
los que, Euterpe, le bebes a laaurora;
-69-
al clarín ya de aceronumeroso
plumas le den del cisne, vozsonora:
que el vizcaíno Marte es tanguerrero
que aun melodías lasquerrá de acero.

Hay propiedad deentonación, energía estupenda en la concepciónbraquilógica del primer verso, perfecta eufoníaverbal y gallarda soltura sintáctica. Todo ello se sostienecon holgura y dominio en las octavas siguientes, como se puedecomprobar citando al menos la segunda, en que, apostrofando aEuterpe, le dice:


Para el dictamen tuyo soberano
bronces enrubie el sol con rayooculto,
un mármol Pario y otrobruña ufano
en que rinda el cincel el ritmoculto;
sus diamantes la India dé ami mano
con que escribir el título asu vulto;
y porque a siglo y sigloesté constante,
en cada letra gastaré undiamante.

Hojéese elgrueso volumen, sin desanimarse ni impacientarse por lasoscuridades y retorcimientos propios de la escuela, sin irritarsecontra sus manifiestos, excesos y súbitas salidas de malgusto, y se encontrarán joyas sembradas con pródigaabundancia y versos sueltos a granel de los que envidiaríanlos más altos poetas.

No es solamenteuna bizarría descriptiva, digna en todo del propioGóngora, la que en múltiples pasajes campealibérrima y redundante, como, por ejemplo, en esta primeraoctava de la pintura de la tempestad:


Picado el mar y de soberbialleno,
cristalino caballo, sedesboca,
y no cabiendo en su tendidoseno,
con las manos y el pecho el cielotoca;
-70-
rompe furioso el diamantinofreno,
y estrellando su frente en roca yroca,
espumas masca en la fragosaorilla
y escupe los bajeles de susilla.

Ni es solamente ladespilfarrada abundancia de su caudal narrativo, ya en el estruendoguerrero de la defensa de Pamplona, ya en el delicado fluir de laaparición de la Virgen en Loyola, ya en la opulenta pinturade la aparición de la Storta con que concluye elPoema y de la que da idea la siguiente octava:


Los pies divinos y las manosbellas
en cuatro ostentan rúbricashermosas,
purpúreas cuanto brillancuatro estrellas,
lucientes cuanto tiñencuatro rosas,
que sacando al rubí rojascentellas,
que dando al rosicler pompashojosas,
o vergeles desatan derubíes
o cometas descogencarmesíes.

Es el alientosostenido sin desfallecimiento a través de las 1116 octavasdel Poema, desiguales sin duda en valor estético,pero idénticas en garbo y entonación. Es lasuperación constante de un lenguaje altísono, que, sicon justicia se admiraría en un soneto o en una brevecanción, no puede menos de pasmar en tan dilatado poema. Esla hondura humana estremecida que, a ratos al menos, seentrevé ya ante los escarmientos de la conciencia, ya antelos mentirosos halagos de la hermosura y la inminencia de sudestrozo fatal a manos de la muerte, ya ante los misterios de loscaminos del alma en su ascensión hacia Dios.

Nada parecido,repetimos, puede hallarse jamás en Bastidas, que nunca seeleva sobre el modesto mérito de una versificacióncorrecta y fácil, salpicada de cuando en cuando dealgún toque ingenioso y feliz.

-71-

Pero ¿eséste argumento decisivo? Lo podrá llegar a ser si lasmismas distancias con las piezas de Bastidas guardan las seiscomposiciones atribuidas a Domínguez Camargo en elRamillete.

Y hay quereconocer que sí las guardan, lo mismo en las cualidades queen los defectos.

Cualidades: Elsoneto «A Don Martín de Saavedra yGuzmán» empieza soberbiamente:


Tu espada con tu ingenioesclarecido,
tu sangre con tu dicha hanfabricado
cuatro partes a un mundorebelado
al tiránico imperio delolvido.

Y terminamás soberbiamente todavía:


Mayor eres en ti que tufortuna;
cuando eres más quetú, mejor te imitas.

El romance alarroyo de Chillo en metáfora de un potro esincontestablemente más fino, más ingenioso,más delicado, en una palabra más poético queel romance al mismo arroyo en metáfora de toro, imitado porBastidas. Y da muestra de buen tino crítico Jacinto de Evia,que ha salvado a ambos del olvido, en dar la palma al primero.

Las octavasintituladas: «Al agasajo con que Cartagena recibe a los quevienen de España», están llenas de rasgosingeniosísimos, como el empezar calificando lapenínsula de Cartagena en estos términos:


Ésta, mal de la tierradescarnada
si con poca bisagra bienunida,
ésta, mal en las ondasembarcada,
si bien de sus impulsosrepetida...

el llamarla:


Ésta de nuestraAmérica pupila...

-72-

y también


Ésta, blanco pequeñode ambos mundos
de veleras saetas asestado
que, vencidos los maresiracundos,
a su puerto su proa handestinado...

Defectos: Los dosromances «A la muerte de Adonis» y «A laPasión de Cristo» son, en cambio, un desbocamientodesaforado de gongorismo irrestricto, en los que, al lado deaciertos estimables o tolerables, hay rasgos de insufrible malgusto: metáforas malsonantes como llamar al carcaj


... vientre de dardos veloces;

insulsas paronomasias como la de lasiguiente cuarteta:


Y matar a una mujer
con hazaña tan enorme
más para escupida es
que para esculpida en bronce;

retorcimientos de diccióncomo:


Con el látex de lasrosas
lácteos purpureócandores...

Éstos yotros semejantes son indudablemente aberraciones, y más sise multiplican cuarteta tras cuarteta, y en tema tan grave ycompungido como la Pasión del Señor. Sin embargo,aún condenando resueltamente estos excesos, es imposibledejar de reconocer el derroche de ingenio, incesantemente renovado,y patente tanto en lo que aciertan como en lo que desatinan.

-73-

Laimpresión general que queda y que se impone es: Tenemosaquí a otro hombre que a Bastidas. Éste es mássensato, pero más corto; con menos caídas, pero convuelo más rastrero.

La únicacosa que a primera vista pudiera hacer dudar de la plena validezdel argumento de crítica interna, sería la prosa quees tan discutible en los Certámenes de Bastidascomo en la Invectiva apologética atribuida aDomínguez Camargo. Basta cotejar los dos títulosigualmente necios y sin gracia: «Acordeplectro -dice Bastidas-, canora cítara y resonante lira, acuyo dulce contacto provoca a las mejores plumas de los másdiestros Apolos, sonoros Orfeos y numerosos Anfiones...»;«Lucifer en romance de romance en tinieblas-dice Camargo-, paje de hacha de una noche culta, y se haceprólogo luciente, o proemio rutilante, o babadero corusco, odelantal luminoso, este primer razonamiento alLector...».

Ambos escritosexhiben una prosa sistemáticamente rebuscada, que evita comopecado toda cláusula corriente y natural, que en cadalínea solicita la atención con algo insólito ysorpresivo, como si esto fuera norma necesaria paraautorizarla.

Sin embargo,prolongando pacientemente la lectura de ambos escritos, esimposible no acabar por reconocer, que son sus extravagancias dedos géneros distintos, las de Bastidas puramente verbales,las de Camargo chispeantes e ingeniosas; las de Bastidas conmanifiesto estudio y pulimiento, las de Camargo como brote defuente incontenible; las de Bastidas, adorno sobrepuesto, las deCamargo sustancia viva de su sátira implacable.

La diferencia esmenor que en el verso, pero es de todos modos sensible y no esposible desconocerla. Por lo mismo no es posible dejar de confesarque la crítica interna favorece indudablemente la dualidad -74- de autores, y, por tanto, la atribución del Poemaheroico y de la Invectiva apologética al autorcuyo nombre llevan estampado en sus portadas, al doctor HernandoDomínguez Camargo.

-75-

VII.- Estado actual de la alternativa:Camargo-Bastidas

Las conclusiones,que ya es tiempo de sacar en limpio, desgraciadamente nopodrán ser tan claras y decisivas como fuera de desear.

Acabamos de verque con respecto a la paternidad del Poema heroico San Ignaciode Loyola, de las cinco poesías y de la Invectivaapologética incluidas en el Ramillete de Evia,la crítica interna se pronuncia a favor del doctor HernandoDomínguez Camargo. Pero la sola crítica interna nuncaha decidido dudas acerca de la paternidad de las obras en contra dedocumentos escritos.

Y hay quereconocer que las dificultades suscitadas por el tenor de lascartas del padre Bastidas al padre Bermudo, y que en su sentidoobvio muestran -76- a Bastidas tratando aquellas obras como propias, no han sidorefutadas.

Para queDomínguez Camargo pueda quedar en la pacíficaposesión que respecto de las obras dichas ha tenido porespacio de casi tres siglos, serían precisos documentosnuevos, que descubriesen los manuscritos de ellas, y explicasencómo fueron a parar a Quito y quedaron al cuidado del padreBastidas.

Estos documentoshasta ahora no asoman. El 8 de marzo de 1956 di cuenta en elInstituto Caro y Cuervo de Bogotá, del hallazgo de las doscartas de Bastidas, de las que no habían tenido ni sospecha.Fue parecer de los miembros del Instituto que a todo trancedebía rebuscarse en Tunja el testamento de DomínguezCamargo (del que el doctor Guillermo Hernández de Albasólo cita unas líneas), que en este testamento puedeconstar alguna cláusula acerca del manuscrito delPoema; que también podía haber indicios deBastidas en Popayán donde residió de 1668 a 1678; yfinalmente que se pudiera también investigar en las«Licencias para imprimir» conservadas, desde el sigloXVI, en el Archivo Histórico Nacional de la BibliotecaNacional de Madrid.

He comprobado quelos archivos de Quito y de Roma no dan esperanzas de ningúndocumento nuevo. Y, sin embargo, serían necesariosdocumentos nuevos para zanjar definitivamente la cuestiónsuscitada en estas páginas, pues sin ellos seguiráflotando una duda que todos tenemos interés en disipar,Colombia para asegurar a su literatura colonial la posesiónde Domínguez Camargo, y el Ecuador para poder cerrardefinitivamente su juicio acerca del primerocronológicamente de sus poetas nativos, el padre AntonioBastidas.

Si ladocumentación nueva que se pueda descubrir llegase adesmentir lo que parece discernir con positivo fundamento lacrítica interna, y resultase de Bastidas el Poemaheroico (obra de madurez en contraposición -77- a los ensayos juveniles del Ramillete), todo lo quequeda dicho de la potencia poética de Camargo tendríaque trasladarse a Bastidas, y la literatura ecuatorianaadquiriría una joya de discutidos pero altísimosquilates. Si en cambio aquellos datos nuevos confirman lapaternidad de Domínguez Camaro respecto del Poemaheroico: San Ignacio de Loyola, a Bastidas le queda elcrédito de haberlo salvado del olvido con fino criterioestético y noble desinterés.

Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII : Antonio de Bastidas [y] Juan Bautista Aguirre (2024)
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