Tras el espectacular trayecto en unos ascensores de paredes acristaladas, llegará a la cima. A 276 metros de altitud, con las antenas como únicas rivales en altura y París totalmente a su pies. Los ruidos de las avenidas se acallan, el viento le azota y su corazón late desenfrenado.
Testigo de miles de promesas de amor eterno, la Torre le toca la fibra sensible.
Gracias a los dos niveles de la cima (uno al aire libre y otro cubierto), podrá pasear y disfrutar de las vistas tanto de día como de noche. El bar de champaña sirve copas de champaña y bebidas afrutadas para disfrutar de un momento inolvidable